Amalia y Ángel están realizando sus prácticas de verano en el Centro Terapéutico de Día ‘Ciudad Jardín’ y una de las actividades que han desarrollado ha consistido en hacerse pasar por usuarios durante una jornada completa, sin oportunidad de desconectar y recibiendo el trato por parte de los profesionales del centro como si realmente tuvieran sus capacidades cognitivas deterioradas, con el objetivo de ponerse en su lugar y poder entenderles mejor. ¿Cuál ha sido el resultado?
Ángel Domínguez Román
Tiene 25 años y estudia terapia ocupacional en Salamanca, va a empezar tercero y éstas son sus primeras prácticas. No tenía relación previa con las demencias pero quería tocar el tema de la tercera edad.
Amalia Pérez Pérez
Tiene 21 años, va a comenzar cuarto de psicología y le llamaba la atención la enfermedad, por lo que decidió complementar su aprendizaje universitario en el CTD ‘Ciudad Jardín’.
– ¿En qué consistió el día en el que os hicisteis pasar por enfermos?
Amalia P.- El objetivo era ver el día completo como usuaria, verlo desde la perspectiva no profesional, sino personal desde el punto de vista del enfermo.
– ¿Qué actividades realizasteis?
Ángel D.- Entramos como uno más a las diez de la mañana, hicimos la gerontogimnasia, tomamos el café mientras nos tomaban la temperatura y las constantes, participamos en el taller de estimulación cognitiva de por la mañana, comimos juntos, realizamos un segundo taller por la tarde, merendamos y ahí finalizó la experiencia.
– ¿Cómo fue el recibimiento en el CTD ‘Ciudad Jardín’?
Amalia P.- Llegué a las diez de la mañana y, como era supuestamente nueva, me hicieron pasar a la sala de espera, me dieron la bienvenida y un auxiliar me acompañó hasta mi sala correspondiente, en este caso con un deterioro cognitivo leve. Algunos usuarios al verme sí me reconocieron como «Amalia, la chica que está de prácticas», pero hubo gente que me dio la bienvenida como si fuera una más; una de ellas se acercó, me dio un abrazo y me dijo: Hija, bienvenida, ya verás que aquí te lo vas a pasar muy bien, vas a hacer muchos amigos, si necesitas cualquier cosa aquí estoy».
– Qué te parecieron los talleres de estimulación, ¿tienen una duración adecuada?
Amalia P.- Si estás entretenido se pasa la hora y media sin que te des cuenta, yo estuve en uno de lenguaje y en uno de debate. Lo que más me gustó es que al final se realiza siempre un feedback, los profesionales te preguntan y te hacen partícipe, te hace sentir que te tienen en cuenta. El taller en sí a mí lógicamente me resultó lento.
– Es importante que las actividades estén adaptadas a tus capacidades.
Ángel D.- Sí, por supuesto, yo en algunas me dormía porque para mí eran un poco “flojas” pero ellos estaban súper atentos, la compañera que me tocó al lado me llegó a dar un codazo porque me veía que daba una cabezada para que prestara atención.
– ¿Te provocó satisfacción lograr los objetivos?
Ángel D.- Mucha, pero más que la satisfacción mía era la satisfacción grupal, porque como yo era el nuevo me animaban y me daban la enhorabuena.
– ¿Cuál fue la actividad que más te gustó?
Amalia P.- En la gimnasia me lo pasé muy bien. Cuando hay actividades de movimiento, más lúdicas, hay mucha unión, interactúan más.
– Cómo han reaccionado ellos, ¿te han acogido?
Amalia P.- Noté desde el primer momento que te hablan diferente cuando estás con ellos. Me trataron como uno más y te cuentan cosas que no te cuentan cuando tienes el rol de profesional.
Ángel D.- A mí también. A la hora de comer me preguntaron, ¿sabes dónde está el comedor? Me agarraron de la mano y me llevaron hasta allí.
– ¿Qué visión tenías antes de realizar esta experiencia y en qué ha cambiado?
Ángel D.- He aprendido muchos trucos como profesional de los que antes me daba menos cuenta. Te ayuda mucho haber estado en el otro lado, la importancia del dinamismo, el alegrar a lo largo de todo su desarrollo, focalizar a todo el mundo, no dar la espalda…
– ¿Qué sensación te ha transmitido el trato profesional desde que llegaste hasta que te fuiste?
Amalia P.- Muy bueno, me gustó mucho, una de las cosas que más me gustó fue tanto el trato entre los propios profesionales como los profesionales con los usuarios, había muy buen ambiente, son muy cercanos. De hecho, antes de venir a las prácticas tenía un pensamiento totalmente diferente de lo que iba a ser, me he quedado sorprendida.
Y algo muy importante es que siempre se tiene en cuenta todo en cada persona, no está sólo escrito en un libro, si no que se tiene en cuenta la parte emocional, la parte familiar, cómo rinde en los talleres, como está socializando con conocidos…
– Amalia, ¿qué has aprendido?
Amalia P.- A tener mucha paciencia, a escuchar mucho y a ponerme más en el lugar del otro.
– Ángel, qué te llevas de esta experiencia.
Ángel D.- La empatía que tienen entre ellos mismos. Me chocó ver cómo ciertos usuarios que son más conscientes de su enfermedad ayudan al resto. Alguna vez me quedaba atrás fingiendo que tenía demencia y los que mejor mantenidas tenían sus capacidades me ayudaban a llegar a llegar al objetivo, me lo explicaban. Cuando llegué a casa lo primero que dije fue: “Me ha encantado ser un día un usuario”.