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Llevar una buena alimentación es tan importante para el cuidador como para el afectado. Si bien es cierto que en aspectos generales una dieta adecuada es la misma para todos, es de vital importancia adaptarla a las necesidades de cada persona, a las enfermedades que padezcan, ya sean crónicas o estén pasando por un proceso agudo y a su sexo y edad.

Para orientar en dicha temática, Beatriz Díez, enfermera de AFA Zamora, ha impartido el seminario ‘Alimentación y nutrición en demencias’ tanto en Zamora como en Toro bajo una importante premisa: “La alimentación es algo que si se hace bien proporciona salud pero si no puede derivar en problemas de salud o de otro tipo que nos afecta a todos, a jóvenes, a niños, a ancianos…”

Repercusiones saludables

Especialmente en una persona con una demencia, llevando una buena alimentación evitamos el sobrepeso. “El sobrepeso en cualquier persona puede tener muchas complicaciones a nivel cardiovascular, a nivel de los huesos, de los músculos. Cuando tratamos con una persona con demencia, a medida que aumenta el deterioro puede aumentar su inmovilidad y tienen muchísimo más riesgo de fracturas, de inmovilismo, de úlceras por presión, porque el aumento de peso disminuye la movilidad”, explica Beatriz D.

Y en un caso contrario, con una buena alimentación evitamos la desnutrición. El avance de la enfermedad a veces conlleva una pérdida de peso que se intenta corregir con la dieta, “que una persona tenga un nivel bajo de proteínas en sangre puede hacer que el deterioro vaya mucho más rápido”.

No todos somos iguales

Depende de la enfermedad que tenga cada persona tendrá determinados alimentos restringidos: hipertensión, diabetes, colesterol… pero una persona sana debería de comer de todo, “siempre en su justa medida”, incide Beatriz Díez, “para que una dieta sea equilibrada tiene que tener todos los alimentos en la proporción en la que son necesarios para que los nutrientes lleguen al cuerpo”.

En el caso de una persona con Alzheimer u otro tipo de deterioro, es recomendable hacer más comidas al día en menor cantidad porque a veces tienen problemas de apetito, les cuesta más comer, entonces “si la presentación de los platos es más pequeña, no se ven saciados en un primer momento y comerán mejor, por lo que repartimos las comidas más veces al día y menos cantidad”, aconseja la enfermera de AFA Zamora.

Si la presentación es importante para todo el mundo, para una persona con demencia aún más, tanto para alguien que ingiera los alimentos enteros como para una persona que los tome triturados, “no es lo mismo servir la comida siempre del mismo color, aunque realmente no lleve lo mismo. Podemos utilizar otros alimentos para que sea de otro tono, la textura sea más agradable, el olor… y para que, aunque tengamos que darle ciertos alimentos, camuflar ese sabor con otra cosa. Que sea más agradable a la vista y al gusto”.

Hidratación

Llega un momento en el que la persona no te puede transmitir que tiene sed o que quiere beber, a partir de ese momento el cuidador es el que tiene que estar pendiente. Cualquier persona debería de consumir entre seis y ocho vasos de agua al día. “Tú puedes detectar si una persona está deshidratada porque la piel está menos flexible, tiene la boca seca, el tejido de dentro de los ojos está más claro, pero no tendríamos que esperar a tener esos síntomas para dar de beber. Habría que dar agua siempre con cada comida y como mínimo un vaso de agua entre cada una de ellas para que una persona esté bien hidratada y siempre tener en cuenta si estamos con un episodio de diarrea, de fiebre, de ejercicio intenso, en épocas de mucho calor, para aumentar la hidratación”, aconseja Beatriz.

Lo más recomendable es hacerlo con agua pero hay ciertas personas, sobre todo las mayores, que no tienen esa costumbre, “en esos casos se puede intentar con zumos, infusiones, leche… nunca sustituirlo con bebidas con cafeína o alcohólicas porque es contraproducente”. A una persona que no nos lo puede pedir tenemos que insistir en que lo haga.

“Aunque todas estas pautas se centren sobre todo en el enfermo, han de llevarlas a cabo tanto el cuidador como su familiar afectado porque es muy importante que ambos estén sanos”, expone Beatriz Díez como reflexión final.

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