Antonio Domínguez empezó a trabajar en la cocina al salir del servicio militar, en los años 80, cogió el gustó en una panadería donde pasaba los veranos, se formó en hostelería y estuvo 25 años trabajando en los fogones, de los cuales muchos ha sido jefe de cocina. Se prejubiló hace 10 años y ahora quiere ayudar; por ello ha desarrollado en el Centro Terapéutico de Día específico en demencias ‘Ciudad Jardín’ el Taller ‘Ahora me toca a mí’, englobado en el Programa de Atención a Familias y dirigido a cónyuges que han tenido que asumir nuevos roles en sus casas debido al avance de la demencia en un ser querido, entre ellos, enfrentarse a las comidas. Un reto para muchos.
“No les he enseñado a ser grandes gourmets, se ha tratado de resolver dudas o situaciones que tienen a diario, decirles cómo pueden hacer ciertas cosas, cuánto tiempo llevan, en qué orden tienen que echar los ingredientes. De este modo, elaboré un dossier con menús para 14 días con primeros y segundos intercambiables”, explica Antonio Domínguez, “por último, incluí una lista de platos con pasta, sopas, cremas, arroces… con una breve descripción de los componentes. En total tienen un listado de 50 o 60 recetas diferentes con la intención de que les sean de utilidad y no tengan que estar pensando ‘qué pongo mañana’ y puedan planificar lo que tienen de despensa”.
Si con algo se queda el grueso de los participantes es con cómo mejorar las comidas que ya vienen preparadas, “nos lo ha explicado, nos lo ha demostrado con los hechos y luego lo hemos probado todos, ha sido muy grato, se nos hacían las horas cortas y hemos aprendido muchos trucos”, cuenta Mariano Oliveros, a lo que añade su compañero Fermín Esteva: “Estábamos todos encantadísimos, lo veo por mí y lo vi por los demás, mientras te hablaba te aderezaba lo que te estaba diciendo y si te fijabas en él era como si lo estuvieras haciendo tú, nos ha motivado a hacer cosas nuevas, he quedado admirado, ya ni encantado, admirado”.
Once han sido los alumnos que han aprendido a no tener complejos en la cocina, a elaborar platos sencillos, asequibles económicamente y sabrosos. Y, por si fuera poco, han creado un grupo de amigos, “la sensación de verles en familia con tanta complicidad, reírse tanto, estar de buen humor, eso ha sido medicinal”, cuenta Antonio D. emocionado.