Fuente: Cuídate Plus
En el Alzheimer, una de las facultades que se deteriora es el lenguaje, tanto la emisión como la comprensión, lo que inevitablemente dificulta la comunicación con el paciente. “Van perdiendo la iniciativa para el habla, su vocabulario se ve reducido, presentan escasa fluidez verbal, no encuentran las palabras, les cuesta comprender lo que se les dice, etc. Conociendo esta realidad hemos de adaptarnos a ella”, explica Laura Manteca, psicóloga de la Asociación de Familiares y Amigos de Enfermos de Alzheimer y otras Demencias de Zamora (AFA).
Con esta realidad en mente, la experta da una serie de consejos a las familias y familiares para que hablen con el paciente de la mejor manera posible:
- Cuidar el contexto de la comunicación (ausencia de ruidos, hablar solo una persona a la vez, captar su atención, etc.).
- Iniciar nosotros las conversaciones.
- Modular nuestro volumen, tono y ritmo a la hora de hablar, adaptándonos a sus necesidades.
- Emplear frases cortas, sencillas y preferiblemente cerradas, facilitándoles la mayor información posible.
- Potenciar nuestro lenguaje no verbal, siendo coherente con el verbal.
- Dirigirnos a ellos siempre como a un adulto.
- Ofrecerles el tiempo que necesitan para procesar la información.
- No hablar de ellos delante de ellos.
- Tener paciencia ante las continuas repeticiones.
- Evitar discutir con la persona ante sus equivocaciones, dado que en ocasiones no son conscientes de ellas y no las van a aceptar como tal.
Cuidado con recordar algo demasiadas veces
Además de los problemas de comunicación, debido a sus déficits de memoria, las personas con Alzheimer tienden a repetir continuamente las mismas preguntas e interesarse por las mismas temáticas que les preocupan o llaman la atención.
“El contenido de esas preguntas es lo que nos va a indicar si debemos o no recordarle continuamente esa realidad. Si implica algo doloroso para la persona, no es necesario hacerle consciente continuamente de ello. En estos casos sería útil reconducirle hacia otro tema o distraerle con algo que le resulte atractivo. Si por el contrario no implica nada conflictivo ni doloroso, podemos recordarle y explicarle cómo es la realidad que él no recuerda, siendo conscientes en todo momento que retendrá esa información de forma momentánea y muy probablemente volverá a preguntarnos por ello, pudiendo en ese momento emplear la estrategia de la distracción o reorientación a otra temática de su interés”, indica Manteca.
Por su parte, Cheles Cantabrana, presidenta de la Confederacion Española de Asociaciones de Familiares de Personas con Alzheimer y otras Demencias (Ceafa), señala que es importante mantener el máximo tiempo posible los recuerdos, pero no a costa de generarle ansiedad por no recordar el nombre de una persona, o la relación familiar que tiene con la misma. “Si la enfermedad está en una fase en la que los recuerdos son escasos, es mejor dejarlo estar y no presionar a la persona para que recuerde”.